No pude imaginar la gran alegría que sentiría todo mi ser con tu presencia. No pude entender que tú tan pequeñita traería para mi muchas más cosas que sonrisas. No sentí tu dulce presencia hasta que te estreché entre mis brazos, hasta que pude sentir que ya eras parte de mi vida. Me volví loca buscandote un nombre perfecto, aquel que debería calzar a la medida con la ternura de tu mirada, con tus patitas chiquitas y esas orejitas preciosas. Alba, te puse, loca de la emoción de que cumplas firmemente lo que ello significa. Sé que para ti es lo de menos saber que significa o que planeta lo rige, pues sólo te dedicas a hacerme feliz y por cierto también a hacerme rabiar. Y rabio con ganas, con esas ganas locas de saberte tan libre, tan tú, sin ataduras ni prohibiciones; pues haz de saber que soy tu fiel amante a pesar de tus rabietas que me vuelven más loca aún de lo que soy genéticamente pero que no me duran más de dos minutos cuando pones esa carita linda; carita de arrepentida, arrepentida.
Debo confesar, que tenía la mente llena de dudas y el corazón de temores al pensar en traerte a casa, pues no sabía si cumpliría fielmente lo que tu pequeñito ser necesitaría de mi, aunque e de admitir que has cambiado mi vida y como buena niña merecedora de premios entregaría mi ser completo a enseñarte una y otra vez que uno significa patita y pelota que me la traigas aún a pesar de que eso implique terminar agujereada por esos alfileres que tienes en la dentadura, pero no importa tú eres tú y yo vivo feliz por ello.
Finalmente gracias, porqué a pesar de que no tienes ni la más misera idea de todo lo que contiene este post y de lo que mi corazón cursi de amor por ti escribe sin pensar, sé que sientes cada minuto que pasas junto a mi que te adoro plenamente y aunque digan los expertos entrenadores de perros que tu raza nos ve como líderes más no como padres. Que saben ellos de lo que tú y yo vivimos si Tú eres mi niña, mi niña bonita.